lunes, 7 de mayo de 2012

~║~ La vida en la cuarta dimensión. ~║~I





Nos gustaría que pensarais en el cierre de la polaridad de vuestra dimensión como en un refinamiento de la misma, pues si podéis imaginar matices de experiencia en vez de opuestos, entonces tal vez entenderéis la sutil metamorfosis del cuerpo físico, emocional y mental que se produce en un cambio dimensional. 

En la cuarta dimensión os eleváis en conciencia hasta un nivel donde experimentáis eternamente la unidad de toda la vibración, y ese sentido intensificado de la totalidad e interdependencia de toda la existencia altera, inevitablemente, vuestra expresión y comprensión del libre albedrío. En tal virtud, lo que en la tercera dimensión os parece que está en el contexto de «lo uno o lo otro», en vuestra conciencia evolucionada de seres tetradimensionales se difunde en matices del Uno.

Muchos de los maestros y líderes de vuestra era hablan en estos momentos del fin de la polaridad y, en realidad, eso es un error, pues la dualidad —que hemos tratado en detalle— tiene que existir de alguna manera para que podáis conocer la libertad de actuar independientemente, la libertad de elección. Es el incentivo motivador de vuestra existencia, vuestro catalizador evolutivo. 

Nos referiremos, una vez más, a los hermosos Adán y Eva del jardín mítico con el fin de desarrollar un argumento filosófico fundamental. De no haber cometido el gran «pecado» de elegir comer la manzana, se habrían vuelto aburridos e indiferentes en el paraíso, condenados a una eternidad de pasividad e inercia. Como divinidad encarnada, no hubieran tenido una razón de capital importancia para existir, ningún propósito por el cual separarse del Todo-lo-que-es y abrirse camino más allá del jardín de la luz y perfección eternas.

En cuanto a Adán y Eva y la desobediencia, hablando siempre en metáfora, resulta aún más innegable la comprensión de que sin «el pecado» no habría existido la raza humana, pues si no hubiesen comido del fruto prohibido, sin duda no se habrían entregado a la unión sexual. 

En definitiva, 

* ¿Qué propósito hubiera tenido su existencia? 

* ¿Podría ser que el Ser Supremo hubiese creado a este dúo tan vacío simplemente para hacerlos deambular sin rumbo fijo por toda la eternidad como sus siervos obedientes, los prototipos de una raza que no existiría nunca? 

* ¿Verdaderamente consideraríais que eso es una bendición, o un acto de amor, o inteligencia? 

Sin duda, carecería de sentido en el esquema cósmico de las cosas y, como tal, representa un punto muerto en lo que sabemos que es un universo en evolución constante.

No, la vida sólo adquirió significado y propósito para Eva en ese momento de crisis, cuando se enfrentó a la Sombra y aceptó la responsabilidad de su propia existencia. Eva, el arquetipo de la mitad intuitiva de vuestro «universo», convenció a Adán, vuestra mente lógica, de que confiara en que la voluntad de Dios fue que tuvieran individualidad, que existieran como extensiones de la esencia divina, seres conscientes que habrían de ser responsables de las decisiones independientes dictadas por su libre albedrío.

Según el análisis de Sirio del mito de la creación, la intuición guía e influye correctamente a la lógica; una interpretación que invalida la versión religiosa establecida de la historia de Adán y Eva. Dicha perspectiva retrata al pobre de Adán que se resiste (lo mejor que puede) a las debilidades de Eva ante la tentación, y que finalmente se entrega al «deseo pecaminoso» de ella y, al hacerlo, desafía a Dios. 

En esta versión, la lógica intenta anular a la intuición descarriada y, al perder, sufre la condena que le acarrea el error imperdonable: desafiar el mandato de Dios de «ver pero no tocar» el árbol de los frutos dorados.

En esta interpretación distorsionada del mito del Edén, los ministros exotéricos os advierten que no debéis confiar en vuestra intuición, que vosotros no sois dioses por derecho propio y que sois incapaces de saber la verdad. Es el fundamento de la obediencia, una y otra vez, pues se trata de otro aspecto del dogma que sitúa a Dios fuera de vosotros, mientras refuerza la creencia de que únicamente a través de la obediencia se os puede garantizar la absolución.

Habéis sido manipulados y programados para obedecer, y nos parece que ya os hemos dejado en claro a quién. Sin importar cómo deseéis identificar a la jerarquía a la cual habéis entregado vuestro poder en el pasado, recordad que se trata de la energía masculina eclesiástica, el yang exaltado, cuyas interpretaciones históricas del Jardín del Edén os presentan a un Adán convertido en la víctima que, hechizada por la tentadora, es atraída a las redes de la desobediencia por la persuasiva fuerza yin. Su ecuación se resuelve al convertir a Eva en el equivalente del pecado; se condena el arquetipo de la intuición y el saber interior: ¡la Diosa ha sido saboteada!

¿Por qué? 

Sugerimos que vuestras mujeres han sido sistemáticamente despojadas de su poder desde los tiempos de la intervención atlante, cuando el poder de la sacerdotisa era extraordinario: una época de iluminación y nutrición del alma en lo que fue la hora dorada de la humanidad. La población masculina, harta de siglos de supremacía femenina, fue fácilmente incitada a la rebelión (que instigaron los guerreros Anunnaki), y ha controlado el péndulo desde entonces, durante mucho más de 16.000 años terrestres.

Por este motivo, la mayor parte del mito y la historia, escritos por los miembros del sexo masculino, ha preservado la imagen de la mujer como la hechicera, la prostituta, la madre y la esposa. La mujer como el poder de la diosa aparece solamente en aquellos fragmentos de la historia de la Tierra escritos cuando la humanidad llegó a sus más altas cimas intelectuales y espirituales.

No obstante, sabéis que es la mente intuitiva —vuestro lado psíquico y sensitivo— lo que está conectado; ésa es la parte que va más allá de las tres dimensiones hasta los niveles más elevados. La mente lógica de las influencias externas a menudo crea confusión en vosotros y hace que os distraigáis de la claridad de la voz interior. 

En nuestra exposición de los habitantes arquetípicos del Edén, ¿veis que Eva (el yo yin) le enseña a Adán (la lógica) que el camino del libre albedrío es el camino de la verdadera existencia?

En la representación dinámica de Adán y Eva y de la polaridad del bien y el mal, se encuentra contenida la cruz equilátera, el símbolo fundamental de vuestras bibliotecas místicas y el fundamento absoluto de la Sabiduría Secreta.

DIOS
/\
EVA <-|-> ADAN 
\/
DIABLO

En este simple modelo se halla el plano de la estructura de la polaridad, pues os muestra las dualidades del microcosmos (vuestra realidad consciente) y su interconexión con los polos opuestos del macrocosmos (el Todo-lo-que-es). 

Conforme exploráis este principio, reconocéis que, por definición, cuando estáis en el centro de vuestro ser —ese equilibrio perfecto de los aspectos yin y yang de la personalidad—, estáis en el centro del Espíritu. Tal vez queráis volver a leer nuestro mensaje con respecto a las siete direcciones (1), pues ahora ese pasaje tendrá un significado más profundo para vosotros, ya que os dais cuenta de que al adentraros a vuestro interior llegáis al epicentro de toda la experiencia y evitáis la dualidad en todas sus manifestaciones.

El hecho de que la tensión entre Dios y el diablo es un reflejo de vuestra experiencia polar se expresa en esta representación esquemática del hombre, la mujer y Dios. Creemos que si estudiáis y meditáis en su forma aceleraréis vuestra resolución de la conciencia de la polaridad, lo que os permitirá hacer frente a los extremos de su manifestación en los Días del Desierto de la transición de Gaia. 

Tenéis que entender cómo creáis y reflejáis esa dualidad en vuestro mundo antes de que podamos explicaros cómo se desplegará la vida para vosotros sin semejantes extremos en los campos intensificados de la realidad tetradimensional.

Si tenéis dificultad para aceptar este paradigma en vuestra conciencia porque sentís que entra en conflicto con lo que habéis abrazado como la «santísima cruz» del Cristo, por favor tened presente que aquí hablamos de la cruz equilátera, un símbolo totalmente distinto cuyos cuatro segmentos tienen la misma longitud. 

Esto es de extrema relevancia en vuestro desarrollo de una conciencia más aguda de la forma, el número y la ecuación de Sirio.

Del más profundo de vuestros símbolos esotéricos surge otra clave:
Sólo al integrar los aspectos yin y yang de vuestro propio ser se resolverá la ilusión de la polaridad del Espíritu.
Cuando el Adán y la Eva en vuestro interior se conviertan en Uno, entonces podréis conocer y entender el Todo-lo-que-es.
Al igual que Adán y Eva, aún necesitáis la dualidad, pues tenéis que crear muchas elecciones para vosotros mismos si vais a continuar en vuestro sendero evolutivo. Sólo cuando vosotros, cocreadores del universo, hayáis evolucionado hasta un punto en que os fundáis nuevamente en la divinidad, ya no será necesario que exista la polaridad. Al llegar a la culminación de la travesía de vuestra alma (el yo-Dios que ha expresado el deseo de existir como conciencia individual), seréis completamente libres del requisito por excelencia de la existencia consciente, la motivación de vuestro libre albedrío y el incentivo evolutivo: la elección.

Lo importante es que, conforme transitáis las dimensiones más elevadas, la oposición de ese dualismo inherente se hace menos extrema, pues vuestra comprensión llega a tal grado que en la dinámica veis el Todo, la globalidad. Lo bueno y lo malo se vuelven aspectos del ser que ya no se oponen mutuamente; se experimentan más bien como fluctuaciones o matices de expresión mutua. 

Con la caída del velo desaparecen los arquetipos de oposición, así como también el diablo, el ser de maldad absoluta, pues la extrema oscuridad del ángel caído ya no tendrá importancia para vosotros. 

Simplemente no necesitaréis de esa ilusión para manteneros en el camino del equilibrio entre el bien y el mal, pues ya no estaréis limitados por las posibilidades de «lo uno o lo otro» de esa dualidad. 

Más aún, una vez que atraveséis y sobreviváis el túnel, el renacimiento instantáneo de vuestra Deidad Solar, habréis procesado tanto de vuestro miedo que, sin duda, lo habréis soltado todo mucho antes de llegar a la luz brillante.

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