LA CONCIENCIA ES EL PRIMER PASO HACIA LA CURACIÓN O EL CAMBIO
“Me muevo con el ritmo y el fluir de la vida, siempre cambiante”.
Cuando
llevamos algún modelo mental profundamente sepultado en nuestro
interior, para poder curarnos debemos empezar por tomar conciencia de
ello. Quizás hablemos al respecto con alguien, o veamos aparecer el
mismo modelo mental en otras personas. De una manera o de otra, emerge a
la superficie, nos llama la atención y empezamos a tener alguna
relación con ello. Con frecuencia, atraemos hacia nosotros a un
maestro, un amigo, una clase, un seminario o un libro que comienza a
sugerirnos maneras nuevas de abordar la disolución del problema.
Mi
propio despertar se inició con un comentario casual de un amigo sobre
una reunión de la que le habían hablado, y aunque él no iba a venir, yo
sentí no sé qué respuesta interior y fui. Aquella pequeña reunión fue
mi primer paso por la senda de mi evolución. Hasta cierto tiempo
después no me di cuenta de su importancia.
Con
frecuencia, en esta primera etapa nuestra reacción es pensar que todo
eso es una tontería, o que no tiene sentido. Puede ser que nos parezca
demasiado fácil, o inaceptable para nuestras ideas. El hecho es que no
queremos hacerlo, y nuestra resistencia cobra muchísima fuerza. Hasta
es posible que nos enfademos sólo con pensar en hacer “eso”.
Una reacción así es excelente, si podemos entender que es el primer paso en nuestro proceso de curación.
Yo
le digo a la gente que cualquier reacción que puedan tener sirve para
demostrarles que han iniciado ya el proceso curativo. La verdad es que
el proceso se inicia en el momento en que empezamos a pensar en
cambiar.
La
impaciencia no es más que otra forma de resistencia: es la resistencia a
aprender y a cambiar. Cuando exigimos que todo se haga ahora mismo,
que se complete de inmediato, no nos estamos dando el tiempo necesario
para aprender la lección implícita en el problema que nos hemos creado.
Si
usted quiere ir a la habitación de al lado, tiene que levantarse y
avanzar paso a paso en esa dirección. Con quedarse sentado deseando
estar en la otra habitación no se arregla nada. Pues es lo mismo. Todos
queremos terminar con nuestros problemas, pero no queremos hacer la
pequeñas cosas que, sumadas, nos darán la solución.
Ahora
es el momento de reconocer nuestras responsabilidades por haber creado
esa situación o ese estado. No estoy hablando de sentirse culpable, ni
de que nadie sea una “mala persona” por estar donde está. A lo que me
refiero es a reconocer ese “poder interior” que transforma en
experiencia cada uno de nuestros pensamientos.
En el pasado, sin
saberlo, usamos ese poder para crear cosas que no queríamos
experiementar, porque no nos dábamos cuenta de lo que hacíamos. Ahora,
al reconocer nuestra responsabilidad, tomamos conciencia de este poder,
y aprendemos a usarlo conscientemente de manera positiva y en
beneficio nuestro.
Con
frecuencia, cuando sugiero una solución a un cliente -puede ser una
manera nueva de abordar un asunto, o bien perdonar a una persona
relacionada con él- veo cómo empieza a contraer y adelantar la
mandíbula, y cómo cruza tensamente los brazos sobre el pecho, a veces
incluso cerrando los puños. La resistencia está subiendo a escena, y
entonces sé que he acertado exactamente con lo que es necesario hacer.
Todos
tenemos lecciones por aprender. Las cosas que nos resultan difíciles
no son más que las lecciones que hemos decidido tomar. Si las cosas nos
resultan fáciles, es porque ya las sabemos hacer.
Louise L. Hay · “USTED PUEDE SANAR SU VIDA”
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