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viernes, 22 de junio de 2012

EL MANEJO DE LA TRISTEZA

Cuando nos sentimos heridos emocionalmente, pueden surgir memorias que la mayoría de nosotros quiere arrojar al sótano del inconsciente. Pensamos que el tiempo se encargará de curarlas, pero ellas continúan volviendo. He aquí un método mucho más efectivo para curarlas...
  
    "Si te estás sintiendo desgraciado, deja que esto sea una meditación. Siéntate en silencio, cierra las puertas. Primero, siente la desgracia con tanta intensidad como sea posible. Siente el dolor. Alguien te ha insultado: Ahora, la mejor manera de esquivar el dolor consiste en ir e insultarle, a fin de poder estar ocupado con esa persona. Eso no es meditación.
 
Si alguien te ha insultado, agradécele porque te ha dado la oportunidad de sentir una herida profunda. Esa persona ha abierto una herida. La herida puede haber sido creada por muchos, muchos insultos que has padecido en toda tu vida; puede que esa persona no sea la causa de todo el sufrimiento, pero ha disparado un proceso.
 
Simplemente cierra tu habitación, siéntate en silencio, sin enojo por la persona, pero con total atención al sentimiento que está surgiendo en ti: el sentimiento de dolor porque has sido rechazado, porque se te ha insultado. Y, entonces te quedarás sorprendido pues no sólo esa persona está ahí: todos los hombres y todas las mujeres y toda la gente que alguna vez te ha insultado empezarán a pasar por tu memoria.
 
Empezarás no solo a recordarlos, empezarás a revivirlos. Entrarás en una especie de primal. Siente el dolor, siente la pena, no la esquives. Por eso es que, en muchas terapias se le pide al paciente que no tome droga alguna antes de que empiece la terapia, por la razón simple de que las drogas son una forma de escapar de tu miseria interior. No te permiten ver las heridas, las reprimen. No te dejan penetrar en tu sufrimiento y, a menos que penetres en tu sufrimiento, no puedes ser liberado de su aprisionamiento.
 
Es perfectamente científico dejar todas las drogas antes de entrar en la terapia, si es posible incluso drogas como el café, el té, el cigarrillo, porque son todas formas de escapar. ¿Has observado? Cuando te sientes nervioso inmediatamente empiezas a fumar. Es una forma de evitar el nerviosismo; te entretienes fumando. En realidad es una regresión. El cigarrillo te hace sentir otra vez como un niño – despreocupado, irresponsable- porque el cigarrillo no es más que un seno simbólico. El humo caliente te lleva simplemente otra vez a los días en que te alimentabas del pecho materno y la leche tibia iba penetrando: El pezón se ha convertido en un cigarrillo. El cigarrillo es un pezón simbólico. Por medio de la regresión esquivas las responsabilidades y las penas de ser adulto. Y eso es lo que sucede con muchas, muchas drogas.
 
El hombre moderno está drogado como nunca antes, porque está viviendo en un gran sufrimiento. Sin las drogas sería imposible vivir con tanto sufrimiento. Esas drogas crean una barrera; te mantienen drogado, no te permiten la sensibilidad suficiente para reconocer tu pena. La primera cosa a hacer es cerrar las puertas y detener toda clase de ocupación: mirar la tele, escuchar la radio, leer un libro.
 
Detén todas las ocupaciones, porque eso también es una droga sutil. Permanece simplemente en silencio, completamente solo. Ni siquiera ores, porque eso nuevamente es una droga, empiezas a entretenerte, empiezas a hablar con Dios, te escapas de ti mismo. Atisha lo dice: simplemente sé tú mismo. No importa el dolor, no importa el sufrimiento producido. Ante todo experiméntalo en su total intensidad. Será difícil, tendrás que entregar el corazón: Puede que empieces a llorar como un niño, puede que te revuelques por el suelo por la profundidad de la pena, tu cuerpo puede tener contorsiones. Puede que te des cuenta súbitamente de que la pena no sólo está en el corazón, sino en todo el cuerpo, de que duele por todas partes, de que es penoso por todas partes, de que todo tu cuerpo no es otra cosa que dolor. Si lo puedes experimentar- esto es de tremenda importancia- entonces empieza a absorberlo.
 
No lo deseches. Es una energía tan valiosa, no la deseches. Absórbela, bébetela, acéptala, dale la bienvenida, siéntete agradecido. Y, puedes decirte: "Esta vez no voy a esquivarlo, esta vez no voy a rechazarlo, esta vez no voy a desecharlo. Esta vez me lo beberé y lo recibiré como a un huésped. Esta vez lo voy a digerir". Puede que te lleve unos pocos días el ser capaz de digerirlo, pero el día que esto suceda habrás dado con una puerta que te llevará realmente muy, muy lejos.
 
Una nueva jornada ha empezado en tu vida, te estás desplazando hacia una nueva clase de ser, porque inmediatamente, en el momento en que aceptas la pena sin ningún rechazo, su energía y su cualidad cambian. Deja de ser una pena. En realidad uno se queda sorprendido, no lo puede creer, es algo tan increíble. Uno no puede creer que el sufrimiento pueda ser transformado en éxtasis, que la pena se puede convertir en gozo. Cuando una cosa cualquiera es total, se transforma en su opuesto.
 
Éste es un gran secreto que debe recordarse. Cuando algo es total se cambia a su opuesto, porque no hay forma de seguir adelante; se ha llegado al final. Observa un viejo reloj de péndulo. Lo hace una y otra vez: el péndulo va hacia la izquierda, a la extrema izquierda, y luego hay un punto que no puede traspasar; entonces empieza a moverse hacia la derecha. Los opuestos son complementarios. Si puedes sufrir tu sufrimiento en su totalidad, con gran intensidad, te quedarás sorprendido. .. No serás capaz de creértelo cuando sucede la primera vez, que tu propio sufrimiento absorbido voluntariamente, con aceptación, se convierta en una gran bendición. La misma energía que se convierte en odio, se convierte en placer; la misma energía que se convierte en sufrimiento, se convierte en bendición".
  
   
Osho, extracto de El Libro de la Sabiduría 

sábado, 26 de mayo de 2012

LA TRISTEZA COMO MEDITACION

La tristeza puede convertirse en una experiencia tremendamente enriquecedora. Has de trabajarla. Es muy fácil escapar de tu tristeza. Todas las relaciones son, generalmente, formas de escapar de ella; procuras evitarla. Y siempre está ahí, oculta… la corriente continúa. Incluso emerge en numerosas ocasiones en tus relaciones. Entonces tratas de arrojar la responsabilidad sobre el otro, pero eso no es lo que ocurre. Es tu tristeza, tu soledad; aún no la conoces, y por tanto una y otra vez emergerá.

Puedes escapar de ella trabajando, puedes escapar de ella estando ocupado, con tus relaciones, con la sociedad, con esto y lo otro, viajando, pero no desaparecerá porque forma parte de tu ser. Todos nacemos solos; estamos en el mundo, pero solos; nacemos a través de nuestros padres, pero estamos solos. Y todos morimos en soledad; salimos de este mundo solos. Y entre esas dos soledades, nos engañamos. Está bien acumular valor y adentrarte en esta soledad. Por muy difícil y duro que resulte al principio, te compensará enormemente. Una vez que la conozcas, una vez que la disfrutes, una vez que la percibas, no como soledad, sino como silencio, una vez que comprendas que no hay escapatoria, te relajarás.

No puedes remediarlo, de modo que, ¿por qué no disfrutar de ella? ¿por qué no entrar en sus profundidades y saborearla, descubrir qué es? ¿Por qué tienes miedo innecesariamente? Está ahí y es una realidad; es existencial, no accidental. ¿Por qué no conocerla? ¿Por qué no entras en ella y descubres qué es?

Siempre que te sientas triste, siéntate en silencio y deja que esa tristeza te invada; no trates de escapar de ella. Siéntete lo más triste que puedas. No la evites. Recuerda esto. Llora al máximo, tírate por el suelo, revuélcate… y deja que desaparezca por sí misma. No la expulses; se irá, porque nada permanece para siempre.

Cuando se vaya, te sentirás descargado, absolutamente aliviado, como si toda fuerza de gravedad hubiera desaparecido y pudieras volar, sin peso alguno. Es el momento de entrar en ti mismo. Primero, ábrete a la trsiteza. Corrientemente, no te abres a ella; buscas sistemas para poder fijarte en otras cosas; vas al restaurante, te reunes con amigos, lees un libro o vas al cine, o tocas la guitarra; haces algo para poder sumirte en ello y distraer tu atención.

Has de recordar esto: cuando te sientas triste, no te pierdas la oportunidad. Cierra las puertas, siéntate y siéntete tan triste como puedas, como si el mundo entero fuera un infierno. Sumérgete en ella, profundiza en ella. Deja que cualquier pensamiento de tristeza te invada, deja que la emoción te agite. Y llora, gime, exprésate… en voz alta… no tienes por qué preocuparte.

En primer lugar, vive esa tristeza durante unos días, y cuando la tristeza desaparezca te sentirás muy calmado, tranquilo, como tras una tormenta. En ese momento siéntate en silencio y disfruta del silencio que está apareciendo en ti. No lo has provocado; te abriste a la tristeza. Cuando la tristeza desaparece, en ese espacio, surge el silencio.

Escúchalo. Cierra tus ojos. Siéntelo… percibe su textura… su fragancia. Y si te sientes feliz, canta y baila.

Osho