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jueves, 7 de junio de 2012

SENSUALIDAD, SUFRIMIENTO Y PODER MANIPULATIVO


TODO EL MUNDO  LO QUIERE.
TODO EL MUNDO  LO ANHELA.
PERO ¿QUÉ ES?

TRES AMORES DE SIETE: 

SENSUALIDAD, SUFRIMIENTO Y PODER MANIPULATIVO

Amarte a ti mismo. De acuerdo, crees saber la definición de ti mismo, pero desconoces el verbo en movimiento del amor. ¿Qué significa eso? Bien, en este mundo hay siete pasos que hemos manifestado, aunque sea en pequeña medida. Yo lo hice y tú estás en proceso de hacerlo. La pirámide está hecha de siete niveles, siete cuerpos, siete concien­cias, siete campos de conciencia vital. Y de momento has bajado por la escalera, pero aún no has vuelto a subir por ella. De modo que ahora abordamos la cuestión de quererte a ti mismo. Muy bien.
¿A cuántas per­sonas les has dicho «te quiero» y les has hecho cosas y has pensado en ellas? ¿A cuántas personas les has dicho estas palabras que nunca te has dicho a ti mismo?
Así, en el primer sello2, ¿a cuántos hombres y mujeres dijiste que les querías porque estabas sumido en la lujuria y eras el depredador? Usas esta palabra mágica para conseguir que alguien sea seducido por ti, para que te entregue su yo íntimo, íntimo —eso es lo que estabas buscando—, mente, alma, y cuerpo. El énfasis estaba en la mente, en la programación y en lo que seguía: el cuerpo. «Te quiero.» ¿Cuántos de vosotros habéis dicho a las personas de vuestra vida que les queríais porque estabais ar­diendo de urgencia sexual? Levantad las manos. Mirad alrededor. Mirad alrededor para saber que no estáis solos. ¿De acuerdo? Urgencia inmedia­ta, eso es lo que expresaste. Si estás operando desde el primer sello, dirás cualquier cosa. Dirás cualquier cosa.
2  Los sellos son poderosos centros de energía conectados con importantes glándu­las y órganos corporales que facilitan siete grandes niveles de conciencia diferenciados. Los tres primeros sellos son los centros que suelen entrar en juego comúnmente en to­das las complejidades del drama humano. El primer sello se manifiesta como sexualidad, el segundo como dolor y sufrimiento, y el tercero como poder y manipulación.
La mayor de las leyendas es la leyenda del amor; es la mayor, la po­ción más mágica que existe. Sacarás esa posición a relucir y dirás a esa persona que estás enamorado de ella para poder derramar tu semilla o tener un orgasmo, o imponer tu voluntad sobre ella. ¿Cuántos estáis de acuerdo con esto? Levantad la mano.
El primer sello es el punto de venta políticamente más comercial para cualquier producto, incluyendo esta escuela: el sexo vende. Por eso todos los anuncios publicitarios son tan sexys. Por eso, al impartir las enseñanzas de la verdad, este local se llena a rebosar de público cuando se habla de sexo, y cuando digo sexo, quiero decir sexo. Ahora, ¿cuántos de vosotros sabéis que estoy acertando hasta el mo­mento en este asunto del amor? Quiero plantearos una pregunta: Enton­ces, ¿dedicaríais vuestra vida, mente, cuerpo y alma a esa persona a la que le dijisteis eso y que os creyó, e incluso vosotros mismos os lo medio creís­teis, en el calor de la pasión? Ahora quiero plantearos esta pregunta: ¿Cuántos de vosotros os sentís felices de saber que erais fornicadores en lugar de amantes? Vamos.
Creo ver una mano perezosa levantándose por allí. Eso está bien. Ahora quiero preguntaros algo. Vamos a hacer una pausa aquí. ¿Cuántos de vosotros seguís estando enamorados de esa per­sona a la que preguntasteis o dijisteis eso para poder seguir adelante en el calor de la pasión? ¿Cuántos de vosotros seguís enamorados de ellos? Maravilloso. ¿Por qué no estáis con ellos? ¿Cuántos de vosotros no estáis? Que así sea. Entonces regresamos a esa pregunta que en verdad nos dice: ¿dónde encontramos el amor? Bien, en primer lugar, es un sentimiento extraor­dinario y efímero que ocurre, pero su aparición no depende de nosotros. Empieza aquí y se traslada hasta aquí. Esto es únicamente reactivo, emo­cional. Los tres primeros sellos son el animal. Ellos son el animal. Son el territorial, el depredador —que puede vencer al más débil—, la procreación. Es la parte animal de tu naturaleza, a la que todo el reino animal se amolda.
¿Sabes?, nadie hizo un avestruz hasta que fue eso que hacía el avestruz y se convirtió en ella. De modo que toda la naturaleza está he­cha de la conciencia de los dioses, y la conciencia de los dioses está hecha según los tres primeros sellos de los dioses. De modo que toda la naturale­za exhibe este «concepto de multiplicarse sin responsabilidad, sin ninguna carga». Éste es el primero de los tres sellos.
Pero recordad que os enseñé cómo el Tiranosaurio Rex, cómo el avestruz, el caballo, el bisonte, el tigre, el león, el alce, el pez llegaron aquí: por los dioses que los crearon. Y los dioses que los crearon les die­ron el aliento de la vida. Y, entonces, ¿qué era la vida? Energía de los tres primeros sellos, energía del primer sello. Por eso se le llama instin­to animal.
Ahora bien, el único tipo de amor que existe en el mundo animal —excepto en esos animales que se aparean de por vida— es el de las ma­dres que paren a sus retoños y los cuidan y los crían hasta que son suficientemente fuertes para valerse por sí mismos. Efectivamente, así es. De modo que el sexo no es amor. El sexo es un instinto animal, un instinto humano básico, como es básico en la naturaleza. Es básico en la bacteria Es básico en los virus. ¿Sabes?, la próxima vez que vayas a enviar una tarjeta de San Valentín remítesela a tu viejo virus. Es sólo un pensamiento
Quiero formularos una pregunta para poner a prueba mi planteamien­to. Vamos allá. ¿Seguís estando tan apasionadamente enamorados de esas personas como decíais que lo estabais? ¿Levantaríais las manos si no lo es­táis? Que así sea. ¿Por qué? ¿Por qué dijisteis que les queríais? Por la po­ción mágica, ¿no es así?
Una de las grandes enseñanzas que yo solía impartir —solía— se lla­ma «ámate a ti mismo hasta darte vida», amarte a ti mismo hasta darte vida. Ahora bien, amor no sólo es una palabra de cuatro letras. Esto puede sonaros un poco adornado, como cuando le echáis mostaza a un perrito caliente, pero el amor no nace en el primer sello. ¿Cuántos de vosotros habéis usado vuestras enfermedades, habéis usado vuestro cansancio cor­poral, vuestras dolencias para conseguir afecto de otros? ¿Por qué lo hi­cisteis? Os he planteado una pregunta: ¿Por qué lo hicisteis? ¿Por qué creas­teis esa disposición tan sólo para conseguir atención? ¿Por qué? ¿Puedo contestarlo yo mismo? Hicisteis eso porque el primer sello ya estaba desgastado y estabais pasando al segundo sello. ¿Os suena familiar?
Ahora, una vez más, ¿cuántos de vosotros creasteis enfermedad para conseguir la atención que el amor sexual ya no os ofrecía o qué y no podíais obtener? Hay más de vosotros, pero, de momento, esto es verdad.
Miradme, mi hermosa gente. ¿Qué estabais buscando? Amor, sufi­ciente como para enfermar por él, y a veces incluso hacíais eso para po­ner a prueba a vuestra pareja, para que mediante el dolor y el sufrimiento pudiera llegar esa atención, pero que no tuviera que llegar a través del primer sello, sino que lo hiciera a través de vuestro propio sentido de autorrespeto, de vuestra necesidad de sentir respeto por vosotros mismos, de vuestra propia necesidad de encontrar suficientes pruebas de que sois algo más que vuestro cuerpo sexual. ¿Cuántos de vosotros sabéis que creas­teis eso completamente? Completamente. Es cierto. Oh, cariño, te queda un largo camino para comprender la conciencia humana. La razón por la que quiero que hagáis esto es porque curarse es exponerse a la ver­dad. La curación es una exposición a la verdad.
Si estás dispuesto a enfermar, si estás dispuesto a sentirte mal, si es­tás dispuesto a hacer esto para poder transferir la energía de los órganos sexuales a otras partes de tu cuerpo para ver si puedes conseguir atención, al menos eso es evolución. Eso significa que hay un gran filón. Eso sig­nifica que hay materia prima. Eso significa que hay una cualidad sagrada que estás buscando —la estás buscando—, porque las personas que dicen a otras personas que las quieren: «Acuéstate, creo que te quieres» o..., no, he olvidado por dónde iba. Ya lo diré bien. Pero una gran vida no se hace a base de una gran sexualidad, porque la gran sexualidad decae. Decae. Cuando hay más realismo y el vidrio de nuestro ojo empieza a hacerse más claro y vemos lo que hemos hecho, ya no nos sentimos tan atraídos hacia esta mentira.
Pero, ahora, volvamos al Santo Grial. ¿Qué es lo que todos estamos buscando? Amor. ¿Qué es lo que todos perseguimos? ¿Por qué llegaría­mos a enfermar? Para conseguir en nuestra vida normal al menos la misma atención que conseguimos en el dormitorio, nos pondremos en­fermos para inhabilitarnos y al mismo tiempo conseguir el mismo to­que humano, el afecto y esas palabras que nos arrullan..., para ver si po­demos hacerlo. La gente enferma porque está harta de ser parte de un cuerpo, y de pensar y lavarse el cerebro con la idea de que eso es verda­dero amor. Lo harás sin dudar lo más mínimo tan sólo para ver si eres más grande, o si tu pareja es más grande que el primer sello con el que la has atraído magnéticamente hacia ti. ¿Cuántos de vosotros entendéis esto?
Que así sea.
Aquí vemos las primeras semillas de la enfermedad. Vemos las primeras semillas de la locura. Vemos las primeras semillas del final de la vida, porque después de que la mentira se ha revelado no queremos afrontarla, de modo que creamos accidentes, creamos enfermedad, creamos ocurrencias, creamos problemas para seguir recibiendo atención, porque no se trata de lo que se nos hizo sexualmente, ni de lo que nosotros hicimos; teníamos la esperanza de amar, y estábamos buscando el amor. Ahora estamos en el segundo sello: creamos estas cosas con abso­luta determinación en el segundo sello de la enfermedad y la dolencia, de la infelicidad, buscando que alguien comprenda, y nuestra necesidad es tan grande que nuestra voz se escuchará por encima de la voz de las per­sonas sanas.
Si el primer sello es seducción —la eyaculación del hombre, la grati­ficación de la mujer—, entonces las mujeres que siguen viviendo para esa gratificación sexual procedente de sus maridos siguen luchando contra el exceso de peso. Y también luchan contra la edad. Esas mujeres luchan contra todo tipo de cosas para hacer que sus cuerpos sigan teniendo el mismo aspecto que tenían la primera vez que se produjo el coito con ese hombre que les dijo que las quería. Ahora bien, ellas ni siquiera..., ni si­quiera oyen nada más. Tienen que limitarse a recrear ese momento. Y lo cierto es que el sexo con la misma mujer, el sexo con el mismo hombre, si eso es todo lo que estás buscando, se vuelve tedioso, y así entramos en el adulterio, porque si ésa es la base de la unión, es la razón misma por la que se comete adulterio, y también es la misma razón por la que se gene­ra desconfianza. Entonces nos movemos y llevamos esa misma energía al segundo sello.
 Y empezamos a hacer todas esas cosas por las que habéis levantado las manos: enfermedad. Toda dolencia ocurre en la conciencia del segundo sello. Todos los accidentes ocurren en la conciencia del se­gundo sello. Todo agotamiento de las funciones corporales ocurre en la conciencia del segundo sello. Toda enfermedad —dejadme que vuelva a hacer hincapié en ello— ocurre en la conciencia del segundo sello. La ve­jez ocurre en la conciencia del segundo sello.
Ahora bien, como habéis levantado las manos tan gratuitamente cuando he expuesto los puntos de verdad, dejadme que os diga algo: nunca vais a encontrar el Santo Grial en el sexo. Nunca vais a encontrar el Santo Grial en la enfermedad y en el contratiempo. Nunca vais a en­contrar el Santo Grial en la energía del resentimiento, en la energía de la culpabilidad, en la energía de cuando me dijiste «te quiero» por primera vez, energía que ahora se ha metamorfoseado en «esa zorra» —no os sin­táis consternados; habéis pensado estas cosas, por favor—; ahora se ha tra­ducido en el tercer sello como: «Tú, bastardo manipulador, tú.» Tú me di­jiste que me querías. Yo te creí. Te di mi cuerpo. Te di los mejores días de mi vida. Te has acostado con mi mejor amiga». Creo que la siguiente pre­gunta que deberías plantearte es: ¿por qué esa persona era amiga tuya? Deberíamos elegir y escoger a nuestros amigos sabiamente. ¿He sido de­masiado gráfico para vosotros, demasiado gráfico?
Al llegar al tercer sello, el amor que se produjo en el primer sello se traduce como mantener a los hijos, mantener al cónyuge y pagar factu­ras. Estoy hablando de cuando las hormonas ya no corren por tus venas y tu mente gira como las ruedas de una carreta con sus fantasías. No estás haciendo el amor con este hombre o mujer que está a tu lado; estás haciendo el amor con otra persona, o la estás observando como si ella lo hiciera con otra persona, porque si pensaras en él o ella haciéndotelo a ti, eso no te haría sentir.
¿Sabes por qué existen las fantasías sexuales y por qué se han convertido en una forma de funcionar natural en esta socie­dad? Porque son la señal de que si pensaras en la persona con la que estás haciendo el amor, no tendrías el gran orgasmo que estás teniendo. Y esto no es aplicable a todo el mundo, pero es aplicable a todas esas per­sonas a las que dijiste que les querías, y «acuéstate, creo que te quieres» o... Sigo sin poder expresarlo bien. Bueno. Ya he aprendido bastante en este plano. De modo que si tienes que fantasear cuando estás con tu pa­reja sexual, por qué no le miras a los ojos y le dices: «¿Sabes qué?, no te voy a hacer el amor esta noche. Voy a hacer el amor con tal-o-cual», o se lo voy a hacer a un objeto; si haces eso, eso hará que empieces a caminar por el sendero del amor.
CUANDO EL SEXO YA NO ES HACER EL AMOR

Comprendemos, por tanto, que las primeras veces el amor sexual —el amor sexual— es implicación total con el otro ser, total. A eso se le lla­ma amor sexual, total implicación; sin fantasías, simplemente implicación total. Eso es el amor sexual. Si eres un degenerado y estás fantaseando...; lo que quiero decir es que tú eres el que te conformas con menos. Co­nozco el caso perfectamente. Eso es el amor sexual: cuando deseas tanto a alguien que no puedes esperar a llevártelo a la cama contigo. Y cuando te metes en la cama con esa persona, tu mente se vuelve loca con ella por todas tus fantasías: esa persona ha estado en tus fantasías; ha ocupado tus pensamientos; ha ocupado tus emociones.
Y por fin la metes en la cama y ella te mete a ti en la cama, y ya está, y es fabuloso, de modo que seguís haciéndolo, y seguís haciéndolo. ¿Qué ocurre el día en que tu mente em­pieza a deambular un poco? ¿Qué ocurre entonces? Ya no es amor sexual; es conveniencia. ¿Sí? ¿Cuántos estáis de acuerdo? Conveniencia. ¿Cuántos comprendéis hasta ahora? Lo que os estoy preguntando es: ¿cuántos comprendéis el amor sexual, y cuándo el amor sexual se va, cuándo el amor abandona la sexualidad y ésta se convierte en un hábito en el que sustituimos personas, lugares, cosas, tiempos y sucesos? Levan­tad la mano. ¿Puedo volver a ver esas manos levantadas? Sé que habéis dudado un poco en este caso, pero gracias por vuestra honestidad. Que Dios os bendiga. Que Dios os bendiga. ¿Sabéis por qué? Porque siempre deberíamos saber la intención que está detrás de nuestros actos, siempre. De acuerdo. Entonces, ¿cuántos habéis aprendido algo hasta ahora?
¿Y qué pasa cuando te casas con una persona porque estás enamora­do sexualmente de ella? ¿Cuántos de vosotros os habéis casado con una persona porque estabais enamorados sexualmente de ella? De acuerdo. Durante un tiempo, esa persona pudo satisfacer el primer contrato de ex­pectativas, pero no pudo satisfacer los contratos siguientes; ¿o sí? De modo que ahora volvemos al misterio del efímero momento de amor en la sexualidad. Dejad de comer. Siempre coméis cuando os po­néis nerviosos. Parad; dejad la comida. Yo no soy un programa de televi­sión, y os estoy hablando. Que así sea. Bien.
Llegamos así al segundo sello. Dejadme que os diga algo. Esto puede resultar difícil de creer, pero, en realidad, la gente fantasea con morir y con las enfermedades para conseguir que otras personas les presten toda su atención, y esa fantasía es tan fuerte como la fantasía sexual. Lo creáis o no —lo creáis o no, mujeres y hombres viriles—, lo creáis o no, esas per­sonas están un nivel por encima de vosotros, en el segundo sello (chakra). Sé que esto es duro, pero si tu amante se pone enfermo, deberías decirle: «Hay cariño, cariñito, cosita mía». Eso significa que tu amante —tu amante— está buscando una mayor realización, un orgasmo mayor. El mayor orgas­mo de los amantes es enfermedad en el segundo sello.
A todos os encanta el sexo, pero pensad en el poderoso flujo de adrena­lina que se produce cuando la persona que amas cuida de ti, y te mima y te atiende, o te gustaría que así fuera. Ése es un orgasmo mayor que el sexo.
Y este pequeño brindis es para todos los que ahora comprendéis —es­cuchad—, los que ahora comprendéis los problemas de salud, las enfer­medades psicosomáticas, la obesidad — ¿cuál es la antítesis de la obesidad?—, la delgadez, la inanición. Se trata de cambios físicos, pero los cambios físicos sólo se deben a la actitud. Vamos a brindar porque ahora comprendemos la razón por la que hemos enfermado; «hemos, nosotros», no sé por qué sigo diciendo «no­sotros», parezco un profesor de la escuela dominical; no soy un profesor de la escuela dominical, por favor. La razón por la que has enfermado, la razón por la que has tenido accidentes, la razón por la que ansias la aten­ción es porque es el siguiente orgasmo en la línea ascendente de los siete sellos (chakras), las siete escaleras, que llevan a probar el verdadero amor.
¿Cuántos de vosotros habéis tenido fantasías de ser atropellados por un coche, o de ahogaros, o de ser asesinados, o de sufrir una enfermedad catastrófica y morir para que la pareja con la que habéis compartido el coi­to se enamorase más profundamente de vosotros a costa de vuestra propia vida? ¿Cuántos las habéis tenido? Levantad la mano. Daos la vuelta. Mirad a los demás. Mirad a vuestros vecinos. Mirad alrededor. Vamos. Mirad al­rededor. Quiero que sepáis que no estáis solos. Mirad, mirad, mirad. Mi­rad alrededor. Por favor, hacedlo. No os sintáis solos en esto, porque si lo hacéis, pensaréis que es algo especial, y no lo es.
¿Cuántos de vosotros, a partir de aquellos días de fantasías, habéis desarrollado plenamente una enfermedad? Poneos de pie. Lo he pre­guntado porque vuestro futuro se está poniendo de pie. He preguntado a esas personas que, a partir de aquellas fantasías, ahora han desarro­llado plenamente una enfermedad. Echad una mirada a lo que la ne­cesidad de amor del segundo sello produce absolutamente en la vida humana. Miradles. Mirad, por favor. Esto no es un invento de la ima­ginación de nadie. Daos la vuelta. Miradles.
Éstas son las personas que ahora quieren curaciones milagrosas. ¿Que esto aún no ha tocado vuestras vidas? Bien, sabéis que desde que me vaya hasta que me vol­váis a ver transcurrirá algún tiempo, y quizá os unáis a las filas de es­tas personas. De modo que quiero que miréis, como centinelas silen­ciosos de todos los demás estudiantes aquí presentes, y quiero que veáis lo que la necesidad de amor, insatisfecha en esta vida, ha creado para ellos. ¿Sabéis por qué ellos son así? Porque todos y cada uno de vosotros, por vosotros mismos, les habéis dicho que les amabais para conseguir di­nero de ellos, o para conseguir un techo que os cobije. Habéis hecho eso. Éstas son las personas que han pasado al siguiente nivel y han enferma­do. No todas ellas; algunos de los que están de pie sienten que esto les está llegando ahora. Pero aquí estoy hablando de enfermedad real.
Estas personas necesitan una extraordinaria cantidad de atención, una extraordinaria cantidad. Necesitan ser amadas por encima de las fa­náticas condiciones que han generado en su vida. ¿Es eso posible? Por­que, ¿veis?, si ellos han creado esto y han perdido a las personas más que­ridas de su vida, se han quedado estancadas en su fantasía —¿me estáis escuchando?—, ahora están buscando amor después de haber llevado su fantasía a la manifestación. No puedo extenderme demasiado en la expli­cación del impacto de esto. Seguid de pie.
Así pues, quiero plantearos una pregunta: todos vosotros, almas libres de enfermedades que seguís sentados, ¿cómo creéis que os llegó la muerte en vuestra última vida? Silencio. Ahora sois jóvenes, ¿de acuerdo?, estáis li­bres de enfermedades. ¿Habéis muerto alguna vez? Pero no os lo podéis imaginar ahora que tenéis tanta vitalidad y que los huesos no os duelen, que los músculos no os duelen. Quiero decir que os sentís muy vivarachos. Así se sentían todas estas personas. ¿Pensáis que vuestra carencia no os va a atrapar? Oh, sí que os va atrapar. ¿Sabéis cómo sé eso? Porque moristeis en vuestra última vida; y después nacisteis en esta. Si tienes fecha de naci­miento, sabemos que te has reencarnado. Que así sea.
Mírales. Éstas son las personas que usaron la fantasía para conseguir atención mediante el deterioro de su propia salud. ¿Y cuántos de vosotros habéis hecho eso? Levantad las manos. Sois los siguientes. Que así sea. Podéis sentaros.
Brindemos:
Por el agua de vida,
la claridad de la verdad,
y comprender el amor.
Que así sea.