Ahora estamos entrando en el mes de los milagros, y pronto abriremos
el regalo de Janucá, llamado así por los kabbalistas porque no se
requiere que hagamos casi nada.
Sencillamente, es un regalo. Todo lo que se requiere es el deseo y el
conocimiento para recibirlo. En otras festividades, hay muchas
oraciones, meditaciones y acciones físicas diseñadas para atraer la Luz.
En Janucá, encendemos velas con muy pocas oraciones, y eso es todo.
Esto es porque la Luz en Janucá es tan elevada y poderosa que no
necesitamos hacer casi nada para poder atraerla.
Hay un relato sobre un gran kabbalista que les pedía a las personas
que se le acercaban con sus problemas si podían escribir en un papel sus
nombres y las dificultades que estaban enfrentando. Después, el sabio
meditaba sobre lo que ellos habían escrito.
Un día, un hombre se le acercó al maestro con dos papeles: uno era su
propio papel y el otro era un papel de parte de uno de sus amigos.
Primero, él dio su propio papel, y el kabbalista lo vio y meditó en su
nombre.
Seguidamente, el hombre le entregó el papel de su amigo. El
kabbalista lo vio y dijo: “Veo que el alma de este hombre brilla con una
Luz tremenda”. Él meditó en el nombre de su amigo y oró por él. Meses
más tarde, el mismo hombre regresó a ver al kabbalista.
Nuevamente, él le entregó su papel y el de su amigo al kabbalista para que éste meditara.
Pero cuando el kabbalista vio el nombre de su amigo esta vez,
literalmente, lo arrojó de sus manos mientras gritó: “¿Cómo puedes
traerme el nombre de este hombre? Es una persona muy negativa. ¡Ni
siquiera quiero su nombre en mi casa!”.
El visitante contestó: “Estoy muy confundido. Hace unos meses, le
entregué el nombre de la misma persona y usted me dijo que su alma
estaba brillando con una Luz tremenda. ¿Ahora usted me dice que es una
persona terriblemente negativa?”.
El kabbalista se quedó pensando por un momento, y luego dijo:
“Entiendo lo que ocurrió. Hace unos meses, cuando viniste por primera
vez con el nombre de esa persona, él estaba encendiendo las velas de
Janucá”.
“Cuando una persona enciende las velas durante Janucá, no importa
cuán negativa sea o cuántas acciones negativas haya realizado, la Luz de
Janucá brilla en su alma. Desafortunadamente, tu amigo no continuó esa
conexión con la Luz cuando Janucá terminó. Él la entregó. Ahora veo la
verdadera oscuridad en su alma”.
La lección para todos nosotros es entender el inmenso poder de Janucá
y la Luz oculta que revela. Cuanto más apreciemos lo poderoso que ésta
es y qué puede hacer, más podemos atraerla a nuestra vida.
Una vez que creamos en nuestro poder de ser un canal de la Luz del
Creador, no hay nada que esté fuera de nuestro alcance. Ahora podemos
atraer la Luz de Janucá para remover la voz negativa e insidiosa que nos
dice que somos incapaces, que no podemos lograr cosas grandes.
Como explican los kabbalistas, cada uno de nosotros está destinado a
ser un conducto ilimitado de la Luz del Creador. Encender las velas de
Janucá nos muestra cuál es nuestro propósito en el mundo realmente. Es
tener la Luz del Creador en nuestras vidas, en todo momento.
Es iluminar vela tras vela y, finalmente, alcanzar la eliminación de toda oscuridad para siempre.
Michael Berg es co-director del Centro de Kabbalah, así como autor, estudiante y maestro.